febrero 13, 2016

Viaje a Monterrey

No puedo creer que ya pasó un mes...

No daré detalles de mi trabajo por razones de seguridad (hay cada pinche loco maníaco frenético destajador del diablo satánico del apocalipsis 666), sólo diré que las necesidades de la empresa me llevaron a viajar a las místicas tierras regiomontanas.

La ciudad de las montañas, sultana del norte: Monterrey

Al principio me dijeron que sería una semana... Luego dos... Y de repente, un mes entero viviendo en un hotel (nada mal, por cierto), alimentándome en finos restaurantes (Subway?) y sufriendo los impredecibles climas de estas tierras.

¿Qué conocí?
No mucho, el parque fundidora es un parque enorme, muy bonito donde puedes convivir con tus amigos, familia, pareja, niños propios o robados, recibe su nombre de la gran fundidora de acero qué ahí funcionó durante muchos años.  Puedes rentar una bici (aunque jamás encontré donde) o dar un paseo por el río artificial que te lleva desde  corazón del parque al centro de la ciudad.
Dentro de fundidora (o Cintermex como le llaman algunos por el centro de convenciones) se encuentra el museo interactivo Horno 3, un lugar de historia y cultura ideal para ir con los niños por las exposiciones interactivas y talleres.


El museo del dulce, pequeño, entretenido y antojabe (no, no hablo de mi), un mini museo que nos invita a conocer la tradición dulcera de la región. Tiene una ambientación agradable y una tienda de dulces al final del recorrido.

El museo de historia, ubicado en el centro cuenta con varias exposiciones, vale la pena dedicarle el tiempo a cada una.

La macroplaza, con su engañoso (fraudulento) nombre, es un lugar para caminar y comprar algún antojo, artesanía o ver algunos espectáculos.

El metro, me recordó a la línea 4 de mi amada ciudad de México, es pequeño, algo lento y me dio miedo porque estaba muy solo y de noche. Tienen unos boletos que puedes utilizar varias veces.

Parque Plaza Sésamo, es un parque temático de plaza sésamo, con botargas de los personajes y algunas atracciones para los más pequeños, cuenta también con un área acuática, pero cuando fui estaba cerrada. El lugar está un poco descuidado y la verdad sentí un poco de tristeza ver que un parque tan bonito se encuentre en ese estado. Además la entrada se me hizo muy cara...

Las carreteras y caminos aquí son perfectos.... En el sentido de que un pequeño error al no dar la vuelta donde debes puede hacerte recorrer varios kilómetros de más para encontrar un retorno. Las calles están deformes y es muy fácil perderse aún siguiendo los mapas.

La comida: Carne... Carne... Carne everywhere...

La gente en general es muy amable y honesta, me tocó ver que incluso dejaban sus cosas y hasta el teléfono en las mesas de un restaurante con toda confianza, nunca terminé de acostumbrarme al acento y a algunos modismos pero es enriquecedor ver una cultura diferente... Aquí la forma de convivir es hacer una carne asada con los amigos y unas cervezas.

El clima fue impredecible, me tocó frío, calor, templado y hasta lluvia pero al ser invierno no experimenté (gracias al poder superior) los 42 grados centigrados que dicen que llega a haber en verano.

No se qué más decír, mi vuelo de regreso está  cerca y debo ir a la sala de abordar. Les quedo a deber fotos (más tarde las subo) y espero que les haya gustado el post.

Ta' con madre!

Sean felices

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