Sentado a las raíces de un fresno,
sobre una sábana interminable de césped verde y tierno, las nubes en su etéreo
recorrido por el cielo avanzan sin prisa, a esa hora destaca aún más su blancura
en contraste con los tonos rojizos del ocaso. El viento acaricia sus mejillas a
la par que deleita su sentido del olfato con el fresco aroma del bosque y
relaja sus oídos con un silbido apenas audible por los seres humanos. El sol
ocultándose en el horizonte anuncia el final de otro día, despidiéndose con sus
característicos tonos naranjas y abriendo paso al azul marino y negro de la
noche.
Conforme la noche llega, las
estrellas aparecen en el firmamento, inundándolo poco a poco con pequeños
destellos de luz, algunos con mayor intensidad, unos cuantos insignificantes,
otros en constelaciones tan complejas que podríamos fácilmente perdernos en la
inmensidad de su belleza y que fácilmente podrían competir en tamaño con la luna
plateada de esa noche especial. Sin embargo, el cielo no es lo único que se
llena de destellos, su mente también comienza a saturarse de ideas y recuerdos,
pero no son las que brillan más las que llaman su atención, al contrario, son las
constelaciones de ideas dónde él se enfoca más porque sabe que aquello que está
buscando se esconde ahí.
Él intenta encontrar un sentido en toda esa maraña de
luces, ponerlas en orden, relacionarlas de forma lógica y encontrar entre todas
ellas una en especial. Le es imposible, a medida que el cielo se satura
infinitamente con esos pequeños destellos titilantes, su mente genera más y más
ideas que le complican la tarea y hacen que su búsqueda parezca no tener fin.
Pasan las horas, llega el momento
en que la noche es más profunda, cuando los sonidos del bosque se detienen y el
viento deja de soplar y silbar, cuando ya no se perciben aromas en el ambiente.
Es la hora en que el cielo está lleno de estrellas y por unos instantes dejan
de aparecer más. Él lo sabe, debe aprovechar esa ínfima fracción de tiempo para
enfocarse en su idea especial, pone toda su concentración en un pequeño punto
de entre toda la red de ideas. parece que lo ha encontrado, sin dudarlo se
enfoca con todas sus fuerzas y poco a poco los otros destellos de su mente se
apartan y aquella pequeña chispa comienza a crecer, cada vez más y más. Pronto
alcanza un tamaño considerablemente mayor a cualquier otro que haya en su mente.
Debe concentrarse más en esa idea hasta poder vislumbrar con claridad de qué se
trata. Emprende el camino hacia ella con dificultad, pero sabe que con cada paso
que da, ésta se vuelve más nítida.
El tiempo se vuelve relativo, él no
lo nota, ha pasado solo un segundo desde que comenzó a poner toda su atención
en esa idea, pero para él ha sido un viaje muy largo, tan largo como su vida
misma. Finalmente, los colores van llegando a él, esos verdes tan vivos del
pasto y las hojas del fresno, los colores ocres en el atardecer, algunas flores
que van desde el blanco más inocente hasta los rojos llenos de pasión, pasando
por los cálidos y agradables amarillos de algunos girasoles que destacan aún a
lo lejos. Logra ver una hermosa ave con el pecho azul brillante que vuela hacia
donde el sol se oculta para desaparecer como una sombra bajo un reflector, al
bajar un poco la vista puede ver incluso el color de su piel. Todo ese coctel de
formas y colores es algo nuevo para él, es algo que siempre quiso poder ver y
que ahora está experimentando por primera vez.
Ya es hora de dormir, él lo sabe,
ya no queda más tiempo, pero lejos de ponerse triste, es feliz. Podrá ir a
dormir con la esperanza de soñar en aquella otra vida con ese mundo maravilloso
al que por unos instantes pudo mirar justo como lo ven aquellos que nacieron
con el regalo que él no tuvo. Después de que el sol se ocultó para él, supo que
no hacen falta un par de ojos para conocer la belleza del mundo.
Saludos de MegadanX4